jueves, 21 de febrero de 2013

Hilos invisibles

Pasan los motores encendidos tan veloces como las imágenes que pueblan mis rincones a cada paso que recorren mis botas desgastadas. Giran las agujas del reloj que no llevo, a toda prisa, primero; despacio, después; a toda prisa, de nuevo. Y los recuerdos del pasado chocan los del futuro, que no han tenido tiempo a desplegar sus alas fuera del nido de mi pecho, a cielo abierto en el presente, que es un cielo impredecible. Y no hay brazos, no hay suspiros que se expandan en milímetros cuadrados, no hay magia que convierta los inviernos en veranos. Ha de fluir tinta, mezclarse con mi sangre en un torrente impetuoso que colisiona con la calma en una pugna sin reglas. Ha de haber palabras que bailen con la sinrazón, como una danza ancestral humana que se perpetúa hasta mis días. ¿Qué es la vida si no la puebla la abstracta y caótica confusión? ¿Qué futuro no fue alguna vez materializado en la mente pasada? ¿Quién no ha caminado de puntillas sobre ese invisible e inquebrantable hilo que atraviesa las tres etapas del tiempo? Y tras tanto caminar, tras tropiezos entre hilos ¿quién no acaba enredado? Y, o bien ser mosca o bien mariposa. Quedarse atrapado entre los hilos que aprisionan la conciencia, acabando devorado o deshacer la maraña que atenaza tus alas, desplegarlas y volar en ese cielo abierto que es el presente, impredecible.